ENTRE LA COMPETICIÓN Y LA FORMACIÓN
Una nueva Directiva rige los destinos de la Escuela de Fútbol de Los Llanos. Aunque el proyecto actual tiene forma de gestora, la intención de los actuales dirigentes es ,tras unas elecciones, continuar su labor durante unos años. José Miguel Fernández, Juan Suárez Yanes y Ofelia Rodríguez Pérez son los dirigentes de esta nave cuyo timonel es Jorge Muñoz. De momento se les ve con ilusión y con las ideas claras en una filosofía que pasa por la formación antes que la competición.
Los padres, cuando el fin de semana acudimos a la cancha de juego, quizás damos prioridad al resultado y al juego desplegado por nuestros chavales. Pero el día de mañana valoraremos más su formación como personas y el que sepan competir en la vida por encima del rendimiento que puedan dar como futbolistas, que ojalá muchos de ellos puedan llegar lejos también en este deporte. Grandes pensadores, como el escritor Albert Camus, señalan que donde más valores aprendieron en la vida fue jugando al fútbol: por tener que alcanzar un objetivo, por la solidaridad que hay que lograr en un equipo, por las amistades que surgen a partir de esta relación.
A partir de un grupo cohesionado, bien estructurado también es más fácil superar la presión y alcanzar unas metas. Y la Escuela en los últimos tiempos quizás por centrarse solo en competir ha perdido algunos de los valores que inspiraron su creación y a la vez también ello ha redundado en la falta de unos logros deportivos en cuanto a resultados finales ,llámese clasificación del equipo juvenil o aportación de jugadores al primer equipo. Y está claro que hay medios materiales y humanos para que en nuestra isla los resultados hayan sido mejores.
Otro paso que se ha dado en la Escuela esta temporada ha sido reconducir las relaciones con el primer equipo de tal forma que esta escuadra se nutra de sus jugadores filiales. Los resultados para llegar necesitan,por otro lado, de un margen que si se pone de forma muy inmediata quizás no acaben de llegar. Por eso, hay que dar continuidad a esta labor y juzgarla después de un par de temporadas, muchos proyectos interesantes fracasan, porque no tenemos la paciencia para esperar por unos frutos que no sean madrugadores. Se han tomado decisiones que han implicado cambios en el staff técnico para procurar que los monitores estén imbuidos de esta filosofía, probablemente algún buen entrenador se haya quedado en el camino, pero solo los que toman decisiones se equivocan.
No todo es perfecto, yo sigo percibiendo demasiado individualismo en las figuritas de cada equipo, demasiados adornos antes que un juego vertical y colectivo, demasiados cabreos cuando un jugador es sustituido, algunos jugadores que parecen insustituibles; los padres seguimos metiendo demasiada presión al colectivo arbitral y yo el primero. En una labor de formación creo que también habría que limar todos esos aspectos para dar credibilidad a un proyecto educativo en que los chiquillos apreciasen esos valores formativos que van más allá de los resultados de cada jornada o de las estadísticas particulares de un jugador. Los hechos perpetuarán estas intenciones para que todo no quede reducido a unas bonitas palabras con las que adornemos un proyecto.
EL LUGAR DE LOS PADRES EN LA ESCUELA
Casi todos los padres de la Escuela hemos jugado al fútbol, lo cual muchas veces nos hace que deseemos prolongar nuestra carrera futbolística a través de nuestros hijos, que nos creamos con derecho a dar consignas que son responsabilidad de los entrenadores. Yo, particularmente, he procurado no inmiscuirme en tareas para las que no he sido designado, aunque reconozco que hace varias temporadas me costaba más esto que ahora mismo, ya que el contexto de los benjamines se presta más a que uno pretenda “colaborar” con el técnico en tantas funciones que entonces tiene que realizar y los campos mucho más cercanos también se prestan a estos auxilios paternos.
Por supuesto, que el hecho de que los padres no seamos los entrenadores no nos impide que en nuestras casas corrijamos constructivamente ciertas actitudes mejorables tanto futbolísticas como vitales y que comentemos con nuestros hijos ciertos lances del juego; al contrario, ello nos puede unir y contribuir a que nuestras relaciones mejoren al compartir las vicisitudes de nuestro deporte.
Como padres que también podríamos ser de los propios monitores, podemos aconsejar a estos sobre su relación con el grupo, pero nunca discutir sus decisiones deportivas, aunque educadamente sí podamos aportar nuestra visión de los aconteceres futbolísticos sin interferir en las competencias del técnico.
No olvidemos la edad que tienen nuestros chavales y que más importante que los resultados logrados puede ser su formación. Todos somos competitivos y yo, por ejemplo, suelo ser muy crítico, sin recurrir al insulto ni faltar a la educación, con los colegiados, especialmente cuando estos están de vuelta y vienen solo a ganar unas “perras” sin importarles su equidad ni la educación.
El fútbol tiene que servir para unir y no para enfrentarse; para que al final de la temporada más allá de un equipo tengamos un grupo o para que cuando nos desplacemos también conozcamos a los rivales, porque fuera del ámbito deportivo hay personas con las que podemos establecer una amistad.
Si todos remamos en la misma dirección será más sencillo obtener unos logros que, sigo insistiendo, pueden trascender más allá de lo deportivo e incidir en la educación de nuestros hijos.
Aquí solo pretendo comentar mi experiencia que, por supuesto, puede ser mejorable y estar atento a la de otros padres que con su visión me enriquezcan sobre la manera de hacer de padre que no de entrenador o directivo que no son funciones que por ahora hayamos elegido en esta Escuela.
CAMPUS LUCINIO PALACIOS
La temporada toca a su fin y la Escuela ofrece la
posibilidad de un campus de perfeccionamiento para que nuestros chavales tomen
contacto con preparadores de élite y adquieran experiencias que les permitan su
enriquecimiento personal y deportivo.
El campus lleva el nombre de quien fuera
entrenador del primer equipo llanense y pionero en la fundación de esta escuela
el entrenador vasco Lucinio Palacios, ya tristemente fallecido; este técnico
destacó por la formación de destacados jugadores y, especialmente, por inculcar
unos valores que dejaron huella en los futbolistas que recibieron su
magisterio.
El campus estará liderado por Juanma Lillo, el
entrenador que con menos edad ha dirigido un equipo en Primera División, el
Salamanca, a quien ascendió de 2ª B a Primera; además dirigió a Oviedo, Tenerife,
Zaragoza, Real Sociedad y Almería en la
máxima categoría e incluso a un conjunto mejicano, el Dorados de Sinaloa; el
tolosarra destaca por su facilidad oratoria y por su gusto por el fútbol de
toque, además por su capacidad de liderazgo sobre jugadores y entrenadores; hay
que recordar que fue el principal de
referente de Guardiola. Además vendrá Adolfo Aldana quien fuera gran jugador de
Real Madrid y Depor, un futbolista de exquisita técnica y que también ha
cursado estudios universitarios de preparación física. Óscar Cano, un
entrenador joven, que la temporada pasada estuvo en Segunda División con el
Salamanca y que ha escrito un libro sobre los métodos de Guardiola con quien
comparte ideario futbolístico, igualmente estará presente. El puesto de
portero, tan importante y específico, contará con el adiestramiento en este
campus de Mancisidor, uno de los mayores especialistas en la materia, que
actualmente trabaja junto a Pellegrini en el Málaga. De una de las mejores
canteras españolas, la de la Real Sociedad, llegará Íñigo Domínguez, que
actualmente entrena su equipo femenino.
El hecho de vivir en una isla pequeña y lejana
hace que oportunidades de este tipo raramente aparezcan por nuestros lares con
lo que merece la pena el esfuerzo económico que como padres tendremos que hacer
para que nuestros hijos disfruten durante unos días de estos técnicos.
Evidentemente, en ciudades mayores y más cercanas a las grandes metrópolis se
disponen de más oportunidades de esta naturaleza, pero en nuestra isla es
difícil albergar eventos de esta envergadura.
Además hay que recalcar que los técnicos que
vienen son estudiosos del fútbol y del gusto por este como espectáculo; para
acabar la temporada habría que resaltar que, independientemente, de los
resultados y metas logradas, habría que calibrar la formación y madurez que los
niños han adquirido para competir y convivir en la vida más allá de su progreso
como futbolistas.
La experiencia será gratificante y quién sabe
si abrirá nuevas perspectivas a algunos de los niños que participarán en el
mismo; por lo menos, habrán convivido con nuevos compañeros y con un elenco de
técnicos del que, probablemente, hasta
ahora no han tenido oportunidad de disfrutar.
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